DESCORTEZADORES CONTRA LUCIÉRNAGAS
En el santuario de las luciérnagas
en Nanacamilpa-Calpulalpan abundan las coníferas mismas que son el alimento favorito
para los escarabajos descortezadores. No podemos pensar que esta plaga no
atacará el santuario de las luciérnagas, pues todo está conectado y más
temprano que tarde comenzaremos a ver brotes de esta plaga en otras latitudes.
Es decir, la plaga que nos aqueja no es exclusiva de La Malinche, sino que es un
problema que debe ser atendido con perspectiva regional o nacional.
Desafortunadamente,
no en todos los bosques abundan las luciérnagas o no con la vastedad de nuestro
santuario, entonces debemos estar conscientes del peligro que corre el
santuario de las luciérnagas de Tlaxcala ante el inminente ataque de los
escarabajos descortezadores. Al respecto, la CONAFOR señala que “a diferencia
de la mayoría de las luciérnagas que se distribuyen en climas cálidos y húmedos
de Asia y Sudamérica, la especie Macrolampis palaciosi de Tlaxcala está adaptada
a condiciones más templadas o frías. El bosque de oyamel se distribuye
principalmente entre los 2 mil 400 y 3 mil 600 metros sobre el nivel del mar, a
lo largo del eje volcánico transversal en los estados de Guerrero, Jalisco,
Michoacán, Estado de México, Morelos, Hidalgo, Tlaxcala, Puebla, Veracruz y de
la Ciudad de México. El oyamel (Abies religiosa) es una especie
perennifolia, es decir, conserva sus hojas vivas a lo largo del año.”[1]
La
misma CONAFOR elaboró un artículo llamado “Enemigo del Bosque” en el que se
refiere al escarabajo descortezador de la siguiente forma: “Se alimenta de
coníferas y a pesar de no percibirlo a simple vista, este insecto fuera de
control, es capaz de causar más daño que un incendio forestal… Las coníferas
son sus favoritas, entre ellas el oyamel, cedro, pinabete y juníperos.”[2]
¿Qué
pasaría si la plaga del escarabajo descortezador destruye el santuario de las
luciérnagas? ¿vamos a esperar hasta que la plaga ataque para poder reaccionar o
prevendremos desde ya? No sólo sería una tragedia medioambiental, sino además
detendría la economía que se ha generado para el avistamiento de las
luciérnagas, la cual ronda los $50 millones de pesos[3]
y eso a su vez, generaría conflictos políticos y sociales. En pocas palabras,
se generaría un efecto dominó de calamidades jamás vistas.
Es fundamental elaborar ya un Plan Estatal de Resiliencia en el que se contemple ésta y las demás amenazas derivadas del calentamiento global. El destino nos alcanzó y debemos actuar con mucha responsabilidad, prontitud y firmeza para poder amortiguar los fenómenos naturales extremos y sus consecuencias directas e indirectas. El planeta cambió y nosotros también deberemos cambiar, es adaptarse o morir. De eso trata la resiliencia; Es un concepto que cada vez más y más escucharemos, pues no se avizora favorable el futuro. Ya no hay tiempo que perder.