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EL CLEPSIDRIARIO



El Clepsidriario
Por Félix Aquino
A. La parábola de la nieve de limón.

1. Take five.
La música es un elemento fundamental en mi vida. Grande ha sido la importancia de escuchar música cada día, en la casa, en el automóvil, en la oficina de mi trabajo. Desde niño, mis padres generaron la posibilidad de escuchar distintos géneros musicales, desde la cálida y sabrosa marimba chiapaneca hasta las armoniosas y elaboradas sinfonías de Beethoven. En el transcurso del tiempo, muchas personas me han criticado (para bien o para mal) al compartir alguna canción, o algún gusto por cierto género, cuestionando entre chistes o sarcasmos lo que me gustaba oír, no faltaban expresiones como “es de buen gusto”, “que aburrido género”, “que música tan populacha”, “hay que tener malos ratos, pero malos gustos no” y pensaba, nada que hacer, “entre gustos no hay disgustos” o de manera más conocida “en gustos se rompen géneros”. Sin embargo, estas críticas me han hecho reflexionar algunas preguntas ¿la música que escucho es de buen gusto? ¿Cómo determino que algún género es bueno para escuchar?

2. La parábola.
Supongamos que a un niño lo llevamos a la heladería, y sin más opción le compramos una nieve de limón que se comerá, y así repetidas veces en el transcurso de la vida del niño hasta que es adulto; si le preguntamos ¿te gustan las nieves? El podrá contestar un tajante ¡no!, entre otras posibilidades, pero si él contesta que si, al preguntarle sobre el sabor que él prefiere, irremediablemente dirá que la de limón, ¡a este adulto le gusta la nieve de limón! Ahora supongamos otro escenario, a otro niño lo llevamos a la heladería, y dejamos que escoja entre varios sabores posibles, algunas veces comerá de limón, otras de guanábana, y otras más de piñón, yo qué sé sobre los sabores que tengan ustedes en sus mentes, y así repetidas veces hasta que este niño sea un adulto, preguntemos de nuevo sobre si le gustan las nieves, y podremos obtener nuestro tajante ¡no! o variantes de esta respuesta, pero si ahora contesta que sí, tendrá varias opciones que responder sobre la preferencia del sabor, y obviamente el tendrá la posibilidad de decir solemnemente que sobre los demás sabores le gusta la nieve de limón. ¿Será acaso el mismo tipo de gusto?

3. La anécdota.
         Un día cualquiera en mi trabajo como docente, impartía una buena clase de matemáticas, y habría algunas actividades en la escuela. Pusieron música en el potente equipo de sonido que se escuchaba en toda la escuela, era música popular (quizá mi definición sea imprecisa, me refiero a la música que se escucha en la radio, en el transporte, en los negocios que venden discos piratas). Yo sentí una especie de molestia y fui a hablar con el encargado. Él me dijo que esa era la música que le gusta a los estudiantes, y yo le comenté que la escuela era un buen lugar para que los alumnos escucharan otros géneros musicales, que hubiera la posibilidad de la diversidad, no se trataba de decidir si era bueno o malo el género, si no de dar a probar a los estudiantes otros sabores para que ellos pudiesen encontrar su gusto verdadero, su nieve preferida. El encargado quizá me tomó a loco, y esto lo pensé porque apagó la música unos veinte minutos en lo que se suspendían las clases. Después se reactivó el sonido con la misma música.

4. La idea.
         Si somos maestros o padres de familia, de vez en cuando debemos apostarle a la diversidad, y no solo en la música, sino también en la lectura, en la comida, en el cine y en más ámbitos de la vida. En la elección de gustos verdaderos es necesario comparar, independientemente de la conceptualización, de lo que es arte o no, de lo que es bello o no, de lo que es bueno o no, por ejemplo, pudiésemos estudiar profundamente la “idea de belleza” de Platón, “la norma del gusto” de David Hume, o la estética creacionista de Nietzsche para entender sobre belleza, arte y estética, pero sólo si a nuestros hijos les damos la posibilidad de la diversidad les podremos generar un gusto real por las cosas y la capacidad de elegir. De mientras buscare una heladería y pediré y me comeré una nieve de guanábana que me ha estado dando vueltas en la cabeza.
Para escuchar en lo que leemos y/o disfrutamos una buena nieve:
Nota importante. Agradezco el apoyo de mi hermana Elvira que, con sus correcciones, la idea es más clara además de que los errores ortográficos y de gramática son menores.